Los secretos mejor guardados de tu vida, cómo manejarlos antes que ellos te manejen a ti
No es fácil entenderlo, pero la verdad es que nada está oculto para Dios. Sus ojos, como los “rayos X”, atraviesan nuestra alma, y dejan al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. Es difícil de imaginar. Pero Dios sabe en lo que estás pensando y conoce aquel secreto mejor guardado de tu vida.
Algunos más y otros menos, pero todos tenemos secretos, y algo de tierra escondida debajo de la alfombra.
Pero lo importante, estimado amigo y amiga, lo verdaderamente importante, es que aunque conoce todos tus más íntimos pensamientos, e incluso sabe de aquellos bien guardados en el tiempo, esos secretos que duelen porque son errores, pecados, equivocaciones que lastimaron, y aún lastiman, y aunque nada podemos ocultarle ni del hoy ni del ayer, igual te ama. Y eso es fabuloso.
Una placa radiológica llamada: “Los huesos de la mano de Berta”, es la primera radiografía del mundo, una película histórica donde puede verse la mano izquierda de la esposa del físico alemán que descubriera lo que llamó: “Rayos X”, el 22 de diciembre de 1895, y casi por casualidad. A partir de allí la ciencia médica experimentó un vuelco gigantesco. ¡Ahora podían verse los huesos y los órganos de una persona viva!
Cuando la ciencia avanza, aunque sea algunos centímetros en el largo camino del conocimiento, siento, de alguna manera, que Dios nos deja espiar por una pequeña rendija, a través de la puerta de su inmensa grandeza, y nos dice: Puedo verte.
El escritor del libro de Hebreos dice en el capítulo 4: No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.
Y un poema del rey David en el libro de los Salmos, el que lleva el número 139 dice: Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga….
Nos conoce, pero igual nos ama, y su amor sobrepasa en mucho al mayor amor que nosotros podamos conocer o siquiera imaginar.
El nuestro es un amor de intercambios, de trueques, de doy para recibir y recibo porque antes di. El nuestro es un amor que puede convertirse en odio solo al cruzar la calle. Si Dios nos amara con ese mismo amor egoísta que tenemos entre nosotros, estaríamos condenados porque no podríamos ocultarle la verdad, y la verdad es que no somos merecedores de nada.
Pero su amor es incondicional, sin motivo, sin necesidad, sin esperar nada a cambio y a pesar de nosotros mismo.
Simplemente te ama, aunque te conoce por dentro, igual te ama y espera paciente que mires a Cristo para poner tus cuentas en orden, y limpiar aún debajo de la alfombra. En aquellos lugares que solo tú sabes que hay basura, infidelidad, mentira, odio. Espera que lo hagas por tu bien porque lo que está podrido dentro nunca se cauteriza y lentamente va comiendo desde dentro tu existencia, hasta que alcanza a salir a la superficie. El Rey David llego a decir: Mientras calle mi pecado, mis huesos envejecieron (Salmos 32:3).
Hoy te propongo que pongas en orden tu vida desde dentro con el perdón y el olvido que Dios te ofrece, que simplemente aceptes su amor inmerecido, y dejes que su Palabra y su Espíritu limpien bajo la alfombra de tu vida.